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Hace tan solo tres décadas pocos podían imaginar que una especie humana hallada y nombrada en la península ibérica por científicos españoles tuviera el honor de formar parte de nuestra historia evolutiva. La especie Homo antecessor, cuyos restos fueron descubiertos en un yacimiento de la sierra de Atapuerca, fue descrita en 1997 en la revista Science. El proceso, que duró tres años, no estuvo exento de grandes dificultades ajenas a la propia investigación. No obstante, la emoción de cada nuevo hallazgo y la sorprendente anatomía de los restos fósiles fueron un estímulo para superar todos los obstáculos. Una vez superado el primer escollo, la aceptación de Homo antecessor como fuente trascendental para la comprensión del origen del linaje de nuestra especie tropezó con la oposición de un buen número de expertos en evolución humana. La resistencia duró más de veinte años, hasta que la información anatómica y molecular impuso su lógica.
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